Se cuenta la historia de un director de orquesta que estaba ensayando con sus músicos. El órgano desplegaba una melodía hermosa, los tambores tronaban, las trompetas resonaban y los violines vibraban maravillosamente. Pero él notó que faltaba algo: el flautín. El músico se había distraído y esperaba que no se hubiera notado la ausencia de su instrumento. Entonces, el director le recordó: «Todos somos necesarios».
En esencia, este fue el mensaje que Pablo les comunicó a los creyentes de Corinto en su primera carta (12:4-7). Cada creyente tiene un papel importante en el cuerpo de Cristo. El apóstol enumeró una serie de dones del Espíritu y comparó su uso con el funcionamiento de las diversas partes del cuerpo humano, para beneficio de todo el conjunto (vv. 8-10). Los creyentes corintios tal vez tenían trasfondos culturales, dones y personalidades diferentes, pero estaban llenos del mismo Espíritu y pertenecían al cuerpo de Cristo. Pablo mencionó en forma especial las partes del organismo que eran más débiles e indecorosas, y enseñó que todos los hijos de Dios desempeñan un papel necesario e importante. Ninguna parte es más indispensable que otra.
Recuerda, Jesucristo te ha concedido una función significativa que debes llevar a cabo y utilizar para edificar a su pueblo.