Me encanta ver fútbol, y soy aficionado del Liverpool Football Club, de la liga inglesa. Cuando juegan los Reds, experimento una ansiedad tremenda. Como un gol o una mala jugada pueden cambiar el resultado del encuentro, estoy en tensión constante mientras miro. Esto forma parte del entorno que lleva a disfrutar de los juegos. No obstante, hace poco, vi la repetición de uno de los partidos del Liverpool y me sorprendí de cuánto más tranquilo estaba al mirarlo. ¿Por qué? Porque ya sabía el resultado y podía relajarme y disfrutar.
La vida suele ser como mirar eventos deportivos en vivo. Hay sorpresas y conmociones, frustraciones y miedo, porque no estamos seguros del resultado. Sin embargo, los seguidores de Cristo pueden cobrar ánimo al saber que, aunque desconozcamos qué traerán aparejadas las experiencias de la vida, nuestro destino eterno está determinado por la obra de Jesucristo en la cruz.
El apóstol Juan escribió: «Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…» (1 Juan 5:13). Tal vez la vida coloque sorpresas en el camino, pero por la obra de Cristo, podemos tener paz. Él ya ha establecido el desenlace eterno para cada uno de nosotros.