Pasaron unos cuantos meses hasta que comprendí que lo que consideré un encuentro casual había sido oportunamente programado por mi futuro esposo.
Me había visto desde el balcón de la iglesia, había deducido por dónde iba a salir, bajó dos pisos corriendo por la escalera y llegó unos segundos antes que yo. Cuando informalmente sostuvo la puerta e inició una conversación, yo ignoraba que su «espontánea» invitación a cenar había sido premeditada. Actuó en el momento preciso.
Hacer algo en el momento preciso es poco común; al menos, en lo que respecta a los seres humanos. Pero Dios tiene propósitos y planes específicos para nosotros, y su horario siempre es perfecto.
Vemos esto en la vida de personajes bíblicos como el siervo de Abraham cuando oró por una esposa para Isaac, y Dios respondió a su oración haciendo que la joven se le acercara (Génesis 24). A José lo vendieron como esclavo, lo acusaron falsamente y lo arrojaron en una cárcel, pero, con el tiempo, Dios lo utilizó para preservar la vida de muchas personas durante una hambruna (45:5-8; 50:20). También nos maravillamos ante la valentía de Ester cuando Mardoqueo le recordó: «¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?» (Ester 4:14).
¿Te frustra el ritmo de los planes de Dios? «Confía en el Señor» (Salmo 37:3). Dios abrirá puertas cuando sea el momento preciso.