«Microbios de Marte cayeron en el propio planeta Tierra… y la descendencia de esos microbios sigue estando aquí: somos nosotros». Así especulaba un astrónomo sobre cómo se originó la vida en Marte y, después, esa vida llegó a la Tierra.

Algunos hombres y mujeres científicos buscan en el espacio exterior el origen de la vida en este planeta, porque no creen lo que explica la Biblia en cuanto a que Dios puso a los seres humanos, los animales y las plantas en este mundo mediante una creación especial. Pero ¿cómo empezó esa supuesta vida microbiana en un planeta hostil? La pregunta crucial es: ¿Por qué es tan difícil aceptar que la Tierra, particular y singularmente apropiada para que haya vida, es el lugar donde Dios creó y colocó a los seres vivos?

Mientras los seres humanos se esfuerzan por aceptar que la vida empezó de manera milagrosa por el aliento divino (Génesis 2:7), prefieren creer en un milagro totalmente diferente: que la vida se originó sin ninguna causa primera. Tal vez podrían seguir el consejo que recibió Job: «Escucha esto, Job; detente, y considera las maravillas de Dios» (Job 37:14). Y quizá deberían tratar de responder la pregunta de Dios: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?» (38:4).

¡Alabemos al Señor por crear un lugar extraordinario para que vivamos! Quedamos asombrados ante su creación maravillosa.