Gracias a la inventiva de nuestros amigos chinos, hoy en los Estados Unidos de América se celebra el día de la independencia con un enorme despliegue de coloridos fuegos artificiales.
Todos los años, cuando cantamos el himno nacional y disfrutamos viendo los brillantes diseños que forman las «bombas que estallan en el aire», recuerdo que la mayoría de las bombas son mortales y no hermosas como las de los fuegos artificiales. Aunque ambas tienen sustancias similares, unas intentan matar, mientras que las otras buscan entretener. En esta metáfora, vemos un ejemplo de cómo una misma cosa puede usarse tanto para el bien como para el mal. En manos de personas capaces, cuidadosas y compasivas, algo peligroso se torna maravilloso. Pero lo opuesto también es verdad.
La libertad (que hoy se celebra con fuegos artificiales) también puede usarse para el bien y para el mal. Como creyentes en Cristo, estamos libres de las restricciones de la ley mosaica, pero la Biblia nos advierte que no usemos nuestra libertad espiritual con propósitos egoístas: «… no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros» (Gálatas 5:13).
Solo algunas personas tienen libertad política y religiosa, pero todos los creyentes gozan de libertad espiritual. No debemos usarla como un arma para imponer nuestra voluntad a los demás, sino para mostrar la gloria de la voluntad de Dios.