Durante los primeros años de la Reforma Protestante en Europa, Catalina Von Bora, ex monja, se casó con Martín Lutero (1525). Al decir de todos, ambos tuvieron una feliz vida matrimonial. Lutero declaró: «No hay vínculo terrenal tan dulce ni separación tan amarga como los que se producen en un buen matrimonio».

Como Catalina se levantaba a las cuatro de la mañana para ocuparse de sus responsabilidades, Lutero la llamaba «la estrella del amanecer de Wittenberg». Era diligente cultivando vegetales en la huerta. También se ocupaba de los negocios de la familia y administraba el hogar y los bienes de Lutero. Con el tiempo, la pareja tuvo seis hijos, para los cuales ella consideraba que el hogar era una escuela donde debían desarrollar el carácter. Su enérgica laboriosidad y su dedicación al cuidado de la familia la convirtieron en una mujer influyente.

Al parecer, Catalina fue una mujer como la que se describe en Proverbios 31. En verdad, era una esposa virtuosa que se levantaba «aun de noche» y daba «comida a su familia» (v. 15). Además, consideraba «los caminos de su casa, y no [comía] el pan de balde» (v. 27).

Del ejemplo de Catalina, podemos aprender sobre el amor, la diligencia y el temor del Señor que se necesitan para ser una mujer influyente.