Desde al menos el 2005, la iglesia del pastor Audley Black, ubicada cerca de la costa sur de Jamaica, ha estado desarrollando un proyecto de construcción. Ese año visité por primera vez su iglesia y vi cómo estaban creciendo. La última vez que estuve allí, en la primavera del 2011, algunas de las paredes ya estaban levantadas. Para el verano, habían empezado a colocar el techo. Cuando le sugerí al pastor Black que quizá la iglesia estaría terminada para el 2013, cuando yo tenía pensado volver allí, dijo que era posible.
¡No hubo ni el más mínimo indicio de desilusión al pensar que el proyecto podría llevar ocho años o más! No, el pastor Black y su gente estaban entusiasmados con lo que Dios estaba haciendo y tenían paciencia en cuanto al tiempo del Señor.
A menudo, nosotros no tenemos esa paciencia. Queremos que nuestra iglesia crezca rápidamente, que los jóvenes maduren de inmediato y que nuestros problemas se resuelvan hoy.
Quizá nos haga falta recordar que algunas cosas llevan tiempo: el tiempo de Dios. Por ejemplo, cuando los israelitas salieron de Egipto, el Señor los mandó a la tierra prometida por la ruta más larga (Ex. 13:17-18). Mientras tanto, los preparó, les enseñó y los desafió.
En nuestro acelerado mundo, queremos que todo se haga inmediatamente. Pero, a veces, el plan de Dios es distinto. Busquemos la ayuda del Señor y aprendamos a aceptar su tiempo.