El filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-1855) escribió: «Si tuviera que expresar un deseo, no querría riquezas ni poder, sino […] la mirada que, siempre joven y ardiente, ve posibilidades».
El apóstol Pablo veía grandes posibilidades de servir en sus experiencias de la vida. Usaba las puertas que Dios abría para testificar de Cristo. Cuando lo arrestaron en Jerusalén y se presentó ante el gobernador Félix, aprovechó la oportunidad para proclamar el evangelio (Hechos 24:24). Mientras Silas y él estaban presos, le hablaron del evangelio al carcelero filipense (Hechos 16:25-34). Y, posteriormente, Pablo utilizó su encarcelamiento en Roma como una ocasión para estimular la fe de los creyentes en Filipos (Filipenses 1:12-18).
Cuando le escribió a la iglesia de Corinto, el apóstol les dijo a los creyentes que quería visitarlos y pasar un tiempo con ellos, pero que debía quedarse en Éfeso porque se había presentado una oportunidad de ministrar allí: «Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz…» (1 Corintios 16:8-9). Además, hizo partícipes a los demás al pedirles que oraran para que se le abrieran puertas y para poder hablar claramente de Cristo (Colosenses 4:3).
Pídele a Dios que te muestre oportunidades para servirlo. Es probable que te sorprendas de lo que se presente ante tus ojos.