Cada vez que se alerta sobre un maremoto en la costa norte de Maui, en Hawái, la gente que vive en la localidad de Hana sube corriendo por la ladera de una montaña, para refugiarse en un lugar elevado. Hace muchos años, unos misioneros colocaron cerca de allí una cruz alta de madera. Para protegerse físicamente, la gente corre al sitio donde está ubicada esa cruz.
De manera similar, todos necesitamos un lugar de refugio espiritual. ¿Por qué? Porque el Señor nos advierte en su Palabra: «Porque cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios», y «la paga del pecado es muerte» (Romanos 3:23: 6:23). Hebreos 9:27 declara: «… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio». Tal vez no nos guste pensar en cuáles serán las consecuencias de nuestro pecado cuando nos enfrentemos con un Dios santo, pero es algo grave «caer en las manos del Dios vivo» (10:31).
La buena noticia es que, por amor a nosotros, ¡el Padre ha provisto un lugar seguro! Envió a su Hijo Jesús a morir para que no tuviéramos que estar separados de Él para siempre (Romanos 5:8-10; Colosenses 1:19-22).
Por la muerte de Jesucristo en la cruz y su resurrección de entre los muertos, ese sitio de refugio está disponible. ¿Has corrido hacia la cruz?