Guillermo y su esposa viajaban por las Montañas Rocosas, cuando un camión que les pasó sumamente cerca hizo que su automóvil empezara a tambalearse, se saliera del camino y cayera en el Río Colorado. Después de esforzarse para salir del vehículo que se hundía, lucharon frenéticamente contra la corriente. El conductor de un camión, que había visto el accidente, corrió por la ribera y les arrojó una soga. Guillermo nadó hasta donde estaba su esposa, la sujetó y la arrastró hasta hacer que se aferrara a la soga… y aquel hombre, desde la orilla, la sacó. Sin embargo, el agua arrastró a Guillermo y no sobrevivió. Había dado su vida por la mujer que amaba.
Dar la vida para que otra persona viva es la máxima demostración de amor. La noche que Jesús fue traicionado, les contó a sus discípulos que tenía el propósito de entregar su vida por la humanidad. Dijo: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13). Y después, dio el supremo ejemplo de sacrificio personal al ir a la cruz.
¿Alguna vez pensaste en el hecho de que Jesús hizo eso por ti; que murió en tu lugar? Al hacerlo, no solo demostró su amor por ti, sino que también hizo posible que tus pecados fueran perdonados y que tuvieras un hogar eterno en el cielo.