Es fácil desarrollar una actitud crítica hacia las personas que no están creciendo espiritualmente conforme a nuestras expectativas. Puede resultarnos sencillo detectar áreas que necesitan ser corregidas, pero también debemos tomar en cuenta lo que está bien. En sus cartas, Pablo a menudo necesitaba corregir a las iglesias, pero también elogiaba lo que era bueno.
Por ejemplo, en la carta del apóstol a los colosenses, mencionó que el evangelio se había arraigado y había dado fruto en la vida de los creyentes de allí (1:6). Los elogió dirigiéndole a Dios su gratitud por el crecimiento espiritual de ellos. Habían conocido a Jesús y, ahora, estaban luchando contra los falsos maestros (2:6-8). Le dio gracias al Señor por el amor profundo y constante que ellos demostraban hacia todos los santos y por sus muestras de interés tangibles y generosas (1:4). Pablo también le agradeció a Dios porque la fe y el amor de los colosenses era el resultado de la esperanza que tenían: la realidad y la certeza de que este mundo no es el final de todas las cosas (1:5).
Quizá hoy se nos presenten oportunidades de observar a otros creyentes. Podemos ser críticos o elogiar su progreso espiritual. Dediquemos un tiempo para darle gracias al Señor por la forma en que el evangelio de Jesucristo se ha arraigado en sus vidas y por el fruto que están teniendo.