Un sobrino mío llevó un libro con imágenes del Ojo Mágico a una reunión familiar. Estas parecen ser modelos comunes en dos dimensiones, pero, cuando se miran desde cierta distancia, la superficie plana se torna tridimensional.
Nos turnamos tratando de ejercitar nuestra vista para que apareciera la imagen en 3D, pero a un miembro de la familia le resultaba difícil ver la tercera dimensión. Varias veces, observé que tenía el libro abierto y que lo miraba desde todas las distancias y direcciones posibles, pero, aunque no podía ver la imagen escondida, estaba convencido de que se encontraba allí porque otros la habían visto.
Su perseverancia me hizo pensar en la importancia de tener la misma tenacidad en los asuntos de la fe. El peligro de los que dudan es que dejan de mirar a Dios porque creen que es imposible encontrarlo. Moisés les advirtió a los israelitas que las generaciones futuras se alejarían del Señor. No obstante, prometió que aquellos que lo buscaran con todo el corazón y el alma lo hallarían (Deuteronomio 4:29). El libro de Hebreos confirma que Dios recompensa a aquellos que lo buscan diligentemente (11:6).
Si estás luchando para creer, recuerda esto: el solo hecho de que tú no veas a Dios no significa que no exista. Él promete que todos los que lo buscan lo encontrarán.