Debido a la vida ocupada que muchos de nosotros llevamos, es fácil darnos cuenta de que estamos en la sobrecargada situación de Moisés en Éxodo 18. Como el único juez de las masas, estaba «desde la mañana hasta la tarde» (v. 13) rodeado de gente que necesitaba su ayuda.
En realidad, he estado con personas, particularmente padres jóvenes, que me dijeron que se identificaban con Moisés. Al parecer, necesitamos aprender dos técnicas de supervivencia para la vida: determinación para escuchar (v. 24) y disposición para recibir ayuda (v. 25). A veces, no aceptamos ayuda porque somos orgullosos, pero no siempre es así.
En el caso de Moisés, y a menudo en el nuestro también, es simplemente que la vida corre con tanta rapidez y demanda tanto de nosotros (vv. 13-15) que casi no tenemos tiempo para reaccionar; ni hablar de considerar la posibilidad de recurrir a otra persona para buscar consejo y, menos aún, de ir a verla. Quizá esta sea una de las razones por las que las Escrituras nos recuerdan que nos rodeemos de consejeros que nos brinden su experiencia y sabiduría, incluso cuando estemos demasiado ocupados para pedírselo. Esto lo vemos en la historia de lo que hizo Jetro por su yerno Moisés cuando le dijo que delegara algunas de sus responsabilidades (vv. 17-23).
No te abrumes, sino busca el consejo piadoso y, después, lleva a cabo lo que se te aconseja.