Si tu vida se parece un poco a la mía, estará bastante bien planificada. Tengo un calendario que me recuerda las citas, las reuniones y otras actividades que debo realizar. Inevitablemente, las interrupciones me cambian el día de manera dramática; y aunque pueden ser frustrantes, también tienen su lado positivo.

Algunos de los grandes avances en los planes de Dios se han producido mediante «interrupciones» a la rutina diaria. Tomemos, por ejemplo, a María. Un ángel la interrumpió para anunciarle que tendría un hijo que se llamaría Jesús. Como ella era virgen y estaba comprometida para casarse, esta noticia fue, sin duda, completamente perturbadora y angustiante (Lucas 1:26-31). Y Saulo, el zelote judío que perseguía a los primeros cristianos, iba camino a Damasco para arrestar a otros seguidores del «Camino» cuando el propio Jesús lo dejó ciego (Hechos 9:1-9). Esta interrupción que le cambió la vida tuvo inmensas implicaciones para el futuro del cristianismo.

El salmista nos recuerda que el Señor puede frustrar «los planes de las naciones» (Salmo 33:10 nvi). No obstante, con suma frecuencia reaccionamos con frustración, irritación, temor y dudas frente a las interrupciones de nuestra bien esquematizada vida. Las sorpresas de Dios a lo largo del día están llenas de oportunidades. Recibámoslas con agrado como si fuera una nueva «lista de cosas para hacer» elaborada por el Señor.