Si realmente quieres hacer que la gente se enoje, pon en peligro su situación financiera.

Una mala perspectiva económica hace que los políticos sean destituidos, y la amenaza de una reducción en los ingresos casi hizo que echaran a Pablo de Éfeso.

Esto fue lo que sucedió: Pablo llegó a la ciudad y empezó a discutir y persuadir «acerca del reino de Dios» (Hechos 19:8). Había comunicado el evangelio durante más de dos años, y muchos comenzaron a seguir a Jesús.

Como el apóstol estaba teniendo tanto éxito en lograr que la gente viera que hay un solo Dios verdadero, muchos efesios dejaron de adorar a la diosa Diana. Esto se convirtió en una mala noticia para los plateros locales que se ganaban la vida fabricando y vendiendo estatuillas de esa diosa. Si mucha gente dejaba de creer en ella, se les terminaría el negocio. Por eso, cuando los artesanos se dieron cuenta de la situación, hubo una conmoción y un tumulto.

Este incidente en Éfeso puede inducirnos a evaluar por qué adoramos a Dios. Los plateros querían defender la adoración del pueblo para proteger su prosperidad personal, pero que nunca se diga algo así de nosotros. Jamás permitas que tu adoración al Señor se convierta en un medio para tener buena suerte.

Adoramos a Dios por Su amor hacia nosotros y por lo que Él es; no porque tal actitud pueda llegar a aumentar el saldo de nuestras cuentas. Adoremos al Señor de la manera correcta.