Durante un viaje al exterior, ocasionalmente me encontré con un abogado de mi ciudad natal. Nos sorprendió ver cuántas cosas teníamos en común. Mientras conversábamos, él preguntó: «¿Me dijo que su nombre era Stillwell?». «No —respondí yo—, Stowell». Entonces, mencionó que tenía un cliente que se llamaba Stillwell. «¿Es Art Stillwell», pregunté; y para sorpresa mía, contestó que sí. Art Stillwell asistía a mi iglesia y era un influyente empresario en la comunidad.
El abogado admitió que no tenía ningún cliente como Art. Me explicó que la mayoría quería que hiciera todo lo que fuera necesario para sacarlos de problemas, pero que él era distinto. Cada vez que le preguntaba qué quería que hiciera en una determinada situación, Art le respondía: «¡Sólo haz lo correcto!». Evidentemente, esto había impactado al abogado.
Someternos a Cristo en lo que respecta a todos nuestros deseos y decisiones, independientemente del resultado, es lo que nos diferencia en un mundo lleno de gente que desperdicia la vida siguiendo sus propios intereses. Cuando vivimos vidas intachables y «sin mancha», que reflejan con valentía la integridad, el amor y la gracia de Jesús, claramente resplandecemos «como luminares en el mundo» (Filipenses 2:15).
Así que, si quieres iluminar tu mundo de una manera convincente, ¡sólo haz lo correcto!