Si eres admirador de Shakespeare, sabrás que sus héroes siempre tienen una grave debilidad de carácter. Esto ayuda a elaborar una buena historia y enseña algunas lecciones importantes. Lo mismo sucede con nuestro héroe de la Biblia: Abraham. ¿Su debilidad? El miedo.
En dos ocasiones, Abraham sucumbió ante el temor de que un gobernante lo matara y le robara la esposa (Génesis 12:11-20; 20:2-13). Por miedo a perder la vida, engañó a Faraón y al rey Abimelec, diciendo: Es mi hermana, lo que, en esencia, daba lugar a que el rey llevara a Sara a su harén (20:2). Al permitir que el miedo controlara sus acciones, puso en riesgo el plan de Dios de levantar una gran nación a través de él y de su esposa (12:1-3).
No obstante, antes de juzgar a Abraham, deberíamos hacernos unas preguntas. Por temor a perder el trabajo, ¿comprometeríamos nuestra integridad? Por miedo a parecer antiguos, ¿dejaríamos de lado nuestros valores? Por temor a que nos ridiculicen y nos malinterpreten, ¿descuidaríamos la oportunidad de dar testimonio del evangelio y arriesgaríamos el futuro eterno de una persona? Solo una cosa vencerá nuestros miedos: la fe firme en la presencia, la protección, el poder y las promesas de Dios.
Si tu miedo pone en riesgo los maravillosos planes de Dios para tu vida, recuerda que el Señor nunca te pedirá que hagas nada que Él no pueda completar, aunque eso exija una intervención milagrosa de Su parte.