El pan de masa fermentada se popularizó durante la fiebre del oro, en California, a mediados del siglo xix. En la década de 1890, se convirtió en la comida favorita durante un gran movimiento similar en Alaska. Los buscadores de oro llevaban un trozo pequeño de esta mezcla fermentada que contenía una levadura natural. Entonces, podían usar una parte de la masa para hacer más de esos panes predilectos.
Sin embargo, en la Biblia, la levadura puede tener una connotación negativa. Por ejemplo, el Nuevo Testamento suele mencionar que la «levadura» tiene una influencia corrupta. Por eso, Jesús dijo: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía» (Lucas 12:1).
Los hipócritas se revisten de una cubierta de rectitud, mientras esconden pensamientos y conductas pecaminosos. Cristo advirtió a Sus discípulos, y también a nosotros, de que llegará el día en que los pecados secretos se expondrán por completo. Dijo: «… nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse» (v. 2). Por esta razón, debemos temer a Dios con reverencia; pedirle que, por Su gracia, perdone todo pecado; y crecer espiritualmente, para llegar a ser creyentes auténticos.
La levadura puede ser beneficiosa en la panadería, pero también nos recuerda que debemos resguardarnos de la penetrante influencia del pecado en nuestro corazón.