Es un hecho espantoso que un buen pastor le quiebre la pierna a
una oveja deambulante. Un pastor amoroso y bondadoso sabe
que con el tiempo, luego de quitar algo, la pérdida será
reemplazada por algo mucho mejor . . . algo que mantendrá a su
cordero fuerte y protegido.
Puede parecer cruel que Dios nos quite algunas de las cosas
que valoramos tanto en la vida. La mano amorosa del Padre puede
eliminar las relaciones, la salud, el empleo, y otras cosas que
atesoramos. Pero cuando nuestros corazones se quebrantan,
podemos acercarnos más en intimidad a nuestro Pastor mientras
Él desarrolla nuestro carácter (1 Pedro 5:3-4). Y ésa es una lección
que debe aprenderse. Porque la vida es dura allá afuera. La vida
puede traer una corriente continua de tentaciones. Pero Él nos
quiere en Su sendero — el sendero seguro de la justicia. Sin las
maneras de Dios que forman nuestro carácter llegaríamos a ser
débiles e indefensos. No podríamos volvernos de los deseos y
tentaciones que podrían destruirnos. Ésa es la razón por la que es
tan importante que seamos quebrantados.
Dios ha quebrado mi «pierna.» Tal vez ha quebrado la tuya.
Ésa es la razón por la que, hablando espiritualmente, camino con
una cojera. Aunque la experiencia fue dolorosa, me alegra que lo
hiciera. Por cuanto ahora estoy muy consciente de que debo
permanecer junto a Jesús. La mayoría de nosotros no elegiría
tener una pierna quebrada. Pero, ¿cuál es la alternativa? Cuando
nos negamos a seguir al Pastor, caemos justo en las manos del
enemigo que nos quiere destruir. «Sed de espíritu sobrio, estad
alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león
rugiente, buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8).
Las ovejas tercas piensan mucho en sus propios planes y
muy poco en el enemigo. Malinterpretan el sendero de la justicia,
pensando que una vida desahogada llevará a la felicidad. Pero ése
es el camino a la ruina. El quebrantamiento nos lleva de vuelta a
donde pertenecemos — junto al corazón de Dios. —SF