Crecí pensando que el cristianismo se trataba de lo que «no
hacíamos.» Vivir tan sólo para abstenerse del mal no era
divertido ni causaba satisfacción. El enemigo me engañó
pensando que al menos podía sentirme vivo si hacía lo que no se
suponía que hiciera.

Cuando era niña, mi familia vivía al otro lado de la calle de
una escuela secundaria. Mi hermana y yo éramos tan traviesas
que cuando queríamos jugar a la escuela, nos metíamos en la
escuela para hacerlo. El simple hecho de que estuviera cerrada
con llave nos hacía querer entrar.
Piensa en esto conmigo: tan sólo un árbol en todo el jardín
les estaba prohibido a Adán y Eva. En vez de contemplar e
inspeccionar todo lo que Dios había dado y maravillarse con ello,
Eva fue seducida por la serpiente para que pensara, Tal vez prefiera
entregar como parte de pago todo esto por lo único que Dios me dijo que
evitara. Podría estar ocultándome algo.

Hemos pagado caro por creer esta mentira. En comparación a
todo lo que se nos ha dado para que lo disfrutemos en nuestra
vida terrenal con Jesús, lo que se nos ha llamado a evitar es cómo
un mísero árbol en todo el jardín. Ni siquiera comenzamos a
comer del fruto de los interminables huertos en nuestro jardín.
¡Efesios 1:3 dice que tenemos toda bendición espiritual en Jesús!
Vamos hacia los árboles prohibidos porque estamos cansados
de la dieta constante de nada más que manzanas y plátanos.
Algunos de nosotros estamos haciendo las mismas cosas que
hacíamos hace años para alimentar nuestra fe cristiana, y
estamos estancados en la rutina. ¡Es el momento de despertar
y oler la guayaba!

Cuando tú y yo comenzamos a tomarle la palabra a Jesús por
todo lo que Él hizo posible para nosotros, estaremos muchísimo
más felices en nuestra fe que abstenernos del mal no parecerá ni
con mucho algo tan sacrificado.
Cuando aprendemos a disfrutar realmente de nuestro Dios, el
antojo por los placeres del mundo disminuye. La necesidad ya ha
sido satisfecha tal y como se quería. Nada te dará mayor felicidad
de manera consistente que una relación a toda velocidad y poder
y desbordante con Jesucristo. —BM