Hace unos cuantos años tuve una perturbadora
conversación con un pastor. Sin entrar en todos los
detalles, él me contó de algunas familias en su iglesia que
estaban quebrantando la ley. Estaban haciendo cosas que estaban
categóricamente mal, no había duda al respecto. Él reconoció ese
hecho y dijo que si la policía venía, ellos se verían en grandes
problemas.
Le pregunté si él o los líderes en su iglesia habían
confrontado a las familias. Esperaba totalmente que me dijera, «Sí.»
Era una especie de pregunta retórica en mi mente. Luego él dijo
algo que hizo que me quedara boquiabierto. Dijo, «Hemos elegido
la ley del amor en este caso. Vemos más allá del comportamiento
de estas personas y las ratificamos como personas.»
El amor jamás de los jamaces debe aprobar lo que está mal.
El amor nunca dice, «Voy a ignorar el mal que has hecho, el
comportamiento autodestructivo, y el mal testimonio que esto está
proyectando porque simplemente quiero ratificarte como persona.»
Eso no es amor.
El verdadero amor se preocupa lo suficiente como para decir
la verdad. Se preocupa por una persona al punto de no dejarla
permanecer en un comportamiento pecaminoso. Nunca debemos
usar el amor como una cortina de humo para el verdadero
problema. Sospecho que el verdadero problema que con el que mi
amigo pastor estaba lidiando tenía muy poco que ver con ratificar
a sus feligreses con amor. El verdadero problema era el temor a la
confrontación.
Filipenses 1:9-10 subraya el principio del amor dentro del
cual Dios nos está llamado a operar. Él dice que el amor abunda
«en conocimiento verdadero y en todo discernimiento.» Este tipo
de auténtico amor produce llegar a ser a la imagen de Cristo. El
texto dice, «fin de que escojáis lo mejor, para que seáis puros e
irreprensibles para el día de Cristo.»
Éste es un amor motivado por la verdad. Es el amor que
—cuando se aplica— nos ayuda a llegar a ser más como Jesús. El
objetivo es la santidad y la justicia — no tan sólo la ratificación, la
confirmación, y las elecciones y el comportamiento pecaminosos.
El amor es más que simplemente un sentimiento. Está rodeado de
conocimiento y discernimiento, y nunca jamás aprobará lo que
está mal. —CWL