No es realmente una gran noticia informar de historias
acerca de personas que reciben multas por
estacionamiento indebido. Se emiten por docenas
cada día en las ciudades, pueblos, y países por todo el mundo.
Pero cuando se le impone una multa a otro oficial de policía
—¡eso es noticia!
Esto es lo que pasó. Había oficiales de la policía que estaban
instalando controles de velocidad a lo largo de una carretera en
Alemania Oriental. Otro oficial se acercó a su auto patrulla y pegó
una multa por estacionamiento indebido en el parabrisas. Los
policías estaban tan atareados preparándose para atrapar a los
infractores de la ley en velocidad que no notaron que eran
culpables de haber quebrantado una ley. Habían estacionado su
auto patrulla en el lado equivocado de la carretera.
Es mucho más fácil señalar los pecados de los demás que ver
nuestros propios pecados. El rey David estaba ciego a sus faltas.
Luego de arreglar la muerte de un hombre y de tomar a la esposa
de éste como suya, David quedó totalmente escandalizado con
una historia que le contó el profeta Natán. Ésta se asemejaba en
espíritu a lo que él mismo había hecho (2 Samuel 12:1-9). Una
cosa es ser ignorante del pecado, ¡pero otra es cometer pecados
y acusar a los demás de las mismas fallas!
Puede que algunos creyentes incluso piensen
inconscientemente que tan sólo porque son «buenas» personas,
están exentos del juicio por ciertos pecados y que no necesitan
reconocerlos. Pero según Romanos 2:11, «Porque en Dios no hay
acepción de personas.»
No hay nada de malo en que los creyentes se rindan cuentas
unos a otros o que se confronten unos a otros en cuanto al
pecado. El pecado nunca debe ignorarse y siempre debe ser
puesto a la luz y confesarse al Señor. Pero si nos encontramos
demasiado preocupados instalando «controles de velocidad» para
los demás, e ignoramos las «multas por estacionamiento indebido»
que se apilan en nuestro propio parabrisas, tal vez es tiempo de
dar un paso hacia atrás y examinarnos a nosotros mismos.
Si nadie está exento de la ley de Dios, entonces, ¿por qué
debemos pensar que nosotros lo estamos? —David Yuen, New
Jersey
Escrito por un amigo lector de Nuestro Andar Diario.