La humildad de Jesús es evidente en cada página de los
evangelios. Pablo celebró la humildad de Jesús como una
de las tres características distintivas que se encuentran en
Filipenses 2:6-11. Aunque él podía considerar «el ser igual a
Dios como algo a qué aferrarse,» Jesús se desprendió de Su
posición y autoridad. En Mateo 11:29, Jesús dijo lo mismo de
una manera directa.
Él vino en pobreza y debilidad. Siempre señalaba lejos de Sí y
directamente al Padre de quien dependía totalmente, lo cual decía
una y otra vez. Como resultado de ello, cuando Jesús obraba un
milagro no buscaba ser alabado por ello. Siempre obtenía alabanza
para el Padre.
La humildad de Jesús se ilustra de la manera más
sorprendente en los milagros, aunque la mayoría de nosotros no
hemos logrado reconocerla. Sin duda alguna, se trata literalmente
de milagros que echan abajo y desafían la naturaleza, la física, y el
mundo tal y como lo conocemos. Pero si lees el texto
cuidadosamente, notarás que la manera, el comportamiento, y la
forma en que obraba Sus milagros era ordinaria y simple. Había
algo decididamente no milagroso en Sus milagros. Hay unas
cuantas excepciones notables: La curación de un ciego con lodo
(Juan 9); los oídos del hombre sordo que fueron destapados
(Marcos 7); el carácter progresivo de la curación de otro ciego
(Marcos 8); la higuera que fue marchita (Marcos 11). Hay razones
para estas diferencias. Algunos de los milagros de Jesús son un
reflejo de la actividad profética. Otros, como la curación progresiva,
eran más como parábolas vivientes.
No había ninguna agitación de la mano, ni ningún
«abracadabra.» Jesús simplemente decía la bendición, les dijo a
los siervos que llenaran algunas jarras con agua, o les pidió a
los discípulos que echaran sus redes.
Te invitó a estudiar conmigo algunos de esos Milagros. A lo
largo del camino, espero y confío y creo que llegaremos a
entender mejor el corazón humilde de Jesús de Nazaret. Incluso
podríamos agudizar nuestra capacidad para reconocer los milagros
no milagrosos que Jesús sigue obrando dentro y alrededor de
nosotros hoy. —MC