«El avión en el que se supone debías volar partió hace hora
y media.» Basándonos en ese anuncio, nuestro viaje a
Belice estaba en problemas aún antes de haber despegado
del suelo, literalmente.

El líder de nuestro grupo no había vuelto a verificar nuestros
pasajes. Cuando el agente de viajes dijo que los arreglos eran los
mismos a los del viaje de un grupo anterior, nuestro líder se fió.
Pero el cronograma no era el mismo. El otro grupo había
salido del aeropuerto a las 9:45 a.m. Nuestro vuelo para este viaje
había despegado a las 7 a.m.

Con suerte para nosotros, el agente del aeropuerto pudo
registrarnos en un vuelo a Miami. Todavía pudimos hacer nuestra
conexión a la Ciudad de Belice.

Sin embargo, la diversión no terminó allí. En Miami, el agente
de pasajes aclaró cierta información errónea: Sí, el hijo de nuestro
pastor, Andrew (de 16 años) podía entrar a Belice con una copia
fotostática de su certificado de nacimiento, pero ésta tendría que
ser autenticada primero. (Supimos de esto a 45 minutos de la hora
programada para que nuestro avión despegara).
Una vez más, la suerte nos acompañó. La oficina del notario
público estaba cerca de la puerta y pudimos autenticar la
fotocopia — apenas unos cuantos minutos antes del despegue.
Uso el término suerte medio en broma. Los viajes misioneros
no necesitan de la suerte; necesitan desesperadamente de un Dios
soberano que se haga cargo de los detalles.

Pablo dependía de esa misma soberanía y sabiduría al planear
sus viajes misioneros. En 2 Corintios 1, al relatar sus planes de
visitar Corinto, su dependencia de Dios era inequívoca. Él sabía
que su programa requería de la confirmación del Señor.

Para nosotros, eso puedo tomar varias formas. Podría ser el
dinero que necesitas que entre en el último minuto. O hablarle a
algún amigo acerca de visitar cierto país, sólo para escuchar que tu
iglesia anuncia un viaje misionero a ese mismo lugar.
Pase lo que pase, el trabajo misionero es duro, y cualquier
garantía de la presencia de Dios es bienvenida. Nosotros recibimos
la nuestra antes de cruzar la frontera — yendo en dirección a
Belice a tiempo. —JC