Dios hace cosas SORPRENDENTES. Una declaración simple,
sí, pero que contiene mucha verdad. ¿Cómo puedo decir
eso? La prueba está a todo nuestro alrededor. Algunas veces
nos olvidamos de mirar, o simplemente comenzamos a dar esas
cosas por sentado. Ésa es la razón por la que creo que todo
creyente maduro debe discipular a un creyente más nuevo. ¿Qué
mejor manera de recordar la gracia sorprendente de Dios que
verla a través de los ojos de alguien que no ha llegado a
acostumbrarse a ella?
Mi madre es una creyente nueva. Hoy, al sentarme en mi
computadora alistándome para escribir, sonó mi teléfono. Me tomó
un momento darme cuenta que la voz emocionada y sin aliento al
otro lado era mamá. Procedió a explicarme cuán preocupada había
estado por pagar una cuenta y lograr pagar la renta.
El placer de escuchar su voz se convirtió en preocupación y
luego en confusión. Porque no parecía estar preocupada por no
tener suficiente efectivo. En vez de ello, ¡había gozo! Me dijo que
acababa de llegar a casa del trabajo y se había puesto a revisar su
buzón de correo. Dentro había un cheque de reembolso de su
compañía de seguros. No esperaba que llegara tan pronto, y era
justo lo que necesitaba para llegar a fin de mes.
Su gozo provenía de darse cuenta que Dios verdaderamente
estaba cuidando de ella. Había dado otro paso en cuanto a
comprender lo que Jesús dijo: «no os preocupéis por vuestra vida,
. . . mirad las aves del cielo, . . . vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?» (Mateo 6:25-26).
Lo que le había estado diciendo a ella por algún tiempo de repente
se convirtió en una prueba tangible que decía muchísimo.
Pudo imaginarme la sonrisa en su rostro, apretando el cheque
en su mano, y a Dios mirándola complacido. Una de Sus preciosas
hijas había notado que Él realmente estaba cuidando de ella.
Y en ese momento recordé la manera en que Dios había
cuidado de mi familia de maneras similares. Mi fe quedó refrescada
cuando me di cuenta que Dios no sólo hace cosas sorprendentes.
Él es verdaderamente sorprendente.
—Dineen Miller, California
Escrito por una amiga lectora de Nuestro Andar Diari