¿Puedes imaginarte que te encierran en la cárcel por un crimen que no cometiste? Eso es exactamente lo que le pasó a José. El joven bien parecido rechazó los incesantes avances sexuales de la Sra. de Potifar, porque él era un hombre de integridad y eligió serle fiel a Dios (Génesis 39:6-18).
¿Qué recibió a cambio de su fidelidad? ¡Tiempo en prisión! Sin embargo, el favor de Dios estaba obrando todo el tiempo. La acucasión de violación o adulterio se castigaba con la muerte o algún otro castigo severo. Obviamente, el favor de Dios no dejaría que el Sr. Potifar creyera que José era culpable o que su esposa era completamente inocente. Dios estuvo con él justo allí en la cárcel. Le permitió al carcelero ver la integridad de José y sus habilidades administrativas. Antes de que pasara mucho tiempo, José había sido promovido a supervisor de internos, y el Señor hizo que todo lo que hiciera prosperara.
Génesis 39 encaja en el esquema más amplio de los planes del pacto para con Su pueblo. Ilustra cómo Dios, en Su soberanía, culmina Su misión a través de lo que parece ser la más devastadora de las circunstancias. El favor de Dios no puede ser atado con cadenas. Su favor descenderá a los lugares más profundos y oscuros en nuestras vidas y hará que prosperemos allí — alcanzando Sus propósitos y dándole la gloria. Dios tiene un plan para Su pueblo, y no hay prisión lo suficientemente oscura o segura, ni acusación demasiado injusta para desbaratarlo.
Aun cuando algunas veces quedamos atados por los grilletes de la decepción, del desasosiego, y de las dificultades, el favor de Dios no se verá limitado. No será encadenado. No será encarcelado. Obrará a tu favor e incluso usará los obstáculos —personas, cosas, y circunstancias— para culminar los planes que Él tiene para tu vida. —MW