Nunca experimentarás la plenitud del gozo para cuyo conocimiento fuiste creado hasta que Jesús tenga el primer lugar en cada área de tu vida.
Quédate allí por un minuto. El primer lugar . . .
• En mi hogar.
• En mis elecciones en cuanto a entretenimiento.
• En la manera en que uso mi dinero.
• En mi carrera.
• En mis pensamientos.
• En mis decisiones.
• En mi matrimonio.
• En mi soltería.
• En mis relaciones.
• En mis sueños para el futuro.
Nunca experimentaré la plenitud del gozo para cuyo conocimiento fui creado hasta que ponga a Jesús primero en cada área de mi vida. Muchas personas estarían de acuerdo con eso, al menos en sus mentes. Pero me pregunto cuántos de nosotros verdaderamente adoptaríamos ese principio en nuestro comportamiento. Eso no llega fácilmente.
Vivimos en un mundo gobernado por la regla de ser el primero. Decimos, «¿Cómo es que llegas a ser el primero en la línea?» Los niños dicen, «¿Cómo es que llega a cambiar el canal?» Los esposos, las esposas, los compañeros de trabajo, los amigos, los vecinos, todos dicen, «Yo antes que tú. No puedo servirte sino hasta que mis necesidades sean satisfechas.» Ponemos un gran énfasis en «Merezco ser primero porque estaba aquí primero.»
Pero si quieres hablar acerca de súper-jerarquía, considera a Jesús el Señor. Colosenses 1 dice que Él existía antes que el tiempo, antes que la creación, antes que nosotros. «Y El es antes de todas las cosas . . . fin de que El tenga en todo la primacía» (vv.17-18).
Aunque merecía ser el primero en todo, Jesús ha elegido venir después de nosotros. En Su amor persistente, Él nos busca a pesar de nosotros mismos. La próxima vez que peces, o que lo rechaces o ignores, piensa en cuán asombroso es que Él simplemente no se aleja y dice, «¡Olvídate!» Él es supremo, y sin embargo, permanece fiel y vierte Su amor y Su gracia sobre nosotros, sólo pidiendo que manifestemos Su gloria y lo demos a conocer.
Jesús — el primero en el universo, el primero en tus pensamientos, el primero en tus prioridades, el primero en todo. —JM