Muchos automóviles nuevos están equipados con opciones de alta tecnología. Se informa que mientras se enciende los limpiaparabrisas, inadvertidamente se puede apagar la brújula interna en algunos de estos vehículos, haciendo que el automóvil pierda su sentido de dirección. Para corregir el problema, se tiene que manejar en un círculo completo —haciendo que el vehículo termine apuntando hacia el norte— y luego volver a fijar la brújula.
Creo que ésta es una figura de lo que significa adorar a Dios. Cada vez que nos reunimos para adorar, estamos volviendo a fijar nuestra brújula interna. Establecemos el norte geográfico en nuestra alma, recordando quién es Dios, lo que Él ha hecho, y lo que Su verdad proclama.
Apocalipsis 4:8–5:14 es el pasaje que mejor resume esta idea de adoración. Al principio de las tres secciones principales de adoración que aparecen en este pasaje está la idea de la dignidad de Dios o de Jesús.
Adorar a Dios es reconocer quién es Él —santo y eterno (4:8), y lo que ha hecho— crear el mundo (4:11) y realizar el acto de la redención (5:9-10).
La doración significa darle a Él la gloria, el honor, las gracias (4:9), y atribuirle sabiduría, poder, riqueza, fortaleza, y alabanza (5:12). Es caer delante de Él por reverencia y sirviéndole.
La adoración es de lo más eficaz cuando se da en comunidad (5:11, 13). Dios está presente de una manera única, por el poder de Su Espíritu, cuando la comunidad de fe se reúne. (Efesios 2:21-22).
La adoración en la Biblia se revela en el reconocimiento individual y colectivo y la celebración de la dignidad de Dios. Este reconocimiento se ve en palabras de alabanza, honor, y gloria que destacan el carácter único de quién es Dios y lo que Él ha hecho.
Así que si tu brújula interna ha sido alterada de alguna manera, vuélvela a fijar hoy reconociendo y celebrando la dignidad del único y verdadero Dios. —MW