Toda cultura ha exigido que sus hijos respeten a sus padres. Ésta es una costumbre familiar innata entretejida en nuestra humanidad. Nos desconcierta en lo profundo de nuestro ser cuando un hijo maldice a su padre o escupe sobre la tumba de sus padres.
Dios usó esta arraigada costumbre de una manera irónica para llevar a Su pueblo al arrepentimiento. Dios destaca la práctica aceptada de un hijo que reconoce el lugar de autoridad de su padre. Usando la voz profética de Malaquías, Dios —el primer Padre— les pidió a Sus hijos: «El hijo honra a su padre, y el siervo a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honor?» (1:6).
La primera palabra hebrea traducida como honor literalmente significa «importante» o «de peso». Más que un llamado a la obediencia, este término conlleva siglos de protocolo hebreo, en el que a los antiguos sabios y guerreros se les daba los sitios de honor en las fiestas y todos callaban cuando ellos hablaban. Había algo de peso en cuanto a ellos.
La pregunta de Dios «¿Dónde está mi honor?» señala una distinción entre la honra apropiada que los hijos les dan a los padres y la absoluta falta de honra dada a Él. Dios pregunta con vehemencia «¿Dónde está mi peso?»
El pueblo de Dios había hecho algo que Él no puede ignorar. Habían hecho caso omiso de Él, le habían hecho adiós y asintiendo ligeramente con la cabeza. Hay veces cuando Dios nos permite interactuar con Él de maneras que podríamos no esperar. Podríamos luchar con Él como Jacob. Se nos podría dar espacio para molestarnos con Él como David. Incluso Él podría Permitirnos medir el costo y alejarnos. El autor Philip Yancey observó cuán desinteresado parece Dios en convencer a las personas de Su realidad. Es como si dijera, «Éste soy yo. Créanlo o no.» Así que, todo esto —las emociones negativas, los ataques de ira y la absoluta falta de fe— Dios lo permitirá a menudo.
Sin embargo, Él nunca nos ofrecerá la opción de simplemente ignorarlo. Podemos argumentar. Podemos seguir. O no. Pero no podemos jugar con Él. Eso no lo permitirá. Él es tiene demasiado peso como para eso. —WC