Abrí una caja de mentas para el aliento y fui recibido con estas palabras impresas en negrita dentro de la cubierta: No has ganado. Vuelve a intentarlo.
Bueno, muy bien. Gracias por compartirlo. Si fuera un ganador no necesitaría una menta para el aliento, no es cierto? ¿Acaso eso me hace un perdedor? ¿Acaso mis inseguridades se muestran aquí? ¿Acaso mi autoestima ha disminuido un cuarto de galón?
Si bien entiendo que el mensaje en una caja de mentas para el aliento trataba acerca de ganar un premio y no acerca de mí, fue un recordatorio de cuántas veces al día a la mayoría de nosotros se nos informa acerca de nuestras deficiencias. Puede que sea en la escuela, en el trabajo, o en casa. Puede que sea la retroalimentación del espejo, o que el mensaje provenga de los rincones polvorientos de nuestras propias mentes. Si los demás no nos lo dicen, puede que nos lo digamos a nosotros mismos, No das la talla. No tienes lo que se requiere. No vas a lograrlo. No eres un ganador.
Pero el mensaje de la Biblia para cada seguidor de Jesús es precisamente lo opuesto. Pablo les escribió a los cristianos en Roma, asegurándoles que nada podía separarlos del amor de Dios en Cristo Jesús. Incluso en dificultades, peligros, oposición, hambre, y la amenaza del daño, Pablo dijo, «Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37).
Cuando un comandante militar en el imperio romano era victorioso, recibía gran honor. Pero nosotros, como cristianos, somos más que vencedores. Debido a que compartimos en nosotros lo que Jesús ha hecho, hemos ganado una victoria sin par en la vida y en la muerte.
Entonces, ¿cómo ayuda esto cuando no siento que estoy a la altura? Por medio de la fe en Jesús, no soy quien los demás creen que soy y no soy quien yo creo que soy. Soy quien Dios dice que soy. Y Él dice, «Eres un ganador».
Seguros en el amor de Jesús, podemos amarlo y servirle, y tenderle la mano al mundo que Él ama y por el que murió para salvarlo. —DCM