Al rey David de Israel le preocupaba ser koshery yosher. Las palabras no sólo riman, están relacionadas. Para los seguidores de las leyes levíticas dadas por Dios a Moisés, hacer algo «kosher» es hacer lo que es conveniente y apropiado. Pero en su oración, al traspasarle el reino a Salomón, el anciano al rey David le preocupaba de que Dios encontrara integridad en el corazón de su hijo. La palabra hebrea para «integridad» es yosher. «Tener yosher» significaba que uno hacía las cosas rectamente  — que hacía lo que era correcto.

Yo tengo tres hijos. Si hubiera de orar por ellos de una manera similar a como David oró por Salomón, mi oración sonaría algo así:

Padre Celestial, sólo Tu eres grande.
La victoria, el poder, la gloria, y la majestad
están sólo en Ti. Tú los has hecho todo,
así que todas las cosas te pertenecen.
Todo lo que te podamos dar siempre te ha pertenecido.
No podemos responderte. Nos acordamos que la vida es corta,
Así que ayúdanos a hacer que los años cuenten para Ti.
Haznos personas de integridad —
haciendo lo que Tú nos han enseñado que es lo correcto.
Que siempre actuemos con motivos piadosos.
Y, Padre, dales a mis hijos el deseo de obedecerte.
Que su amor por Ti nunca muera. Manténlos leales a Ti.
Oro para que siempre sigan a Tu servicio —
dándote la alabanza y la honra
Por todo logro que alcancen. Amén.

Cuando David terminó su oración, «Y toda la asamblea bendijo al SEÑOR, al Dios de sus padres, y se inclinaron y se postraron ante el SEÑOR y ante el rey» (1 Crónicas 29:20). Inclinarse es algo kosher que nos obliga a vernos como siervos.
Cuando Dios ve dentro de nosotros, oremos para que nos encuentre yosher — para que nos vea como personas de integridad.  —DO