Un asaltante en Inglaterra hizo una elección realmente mala en su vestimenta. ¡El torpe ladrón usaba una camiseta del equipo de fútbol de los Rangers de Glasgow con su apellido impreso en grandes letras en la espalda!

Las cámaras de vigilancia registraron las imágenes del tipo cometiendo su atraco — y de su nombre. Un policía observó, «[Este tipo]obviamente está a un millón de kilómetros de llegar a ser una mente maestra criminal.»

Entonces, ¿qué dicen nuestras ropas acerca de nosotros? Existe una razón por la que usamos lo que usamos.

Puede que una razón sea para hacer una declaración. Pero si nuestro atuendo está comunicando inmodestia «a gritos» — pues está dando el mensaje equivocado. También podríamos llevar nuestro nombre impreso en la espalda de nuestra camisa junto a unas uantas otras palabras como «relajado» o «destructor premeditado de la vida» o «playboy.»

La artista musical, Rebecca St. James, conocida por su amor a Jesús, dijo recientemente, «El recato es . . . pureza en acción. Es ese compromiso del corazón que se evidencia en la forma en que uno vive — las decisiones que se toman en lo que uno se pone. Y creo que algunas muchachas dicen, “Sí, estoy esperando. Soy una virgen”, y apenas si llevan algo puesto.»

«A mí me gusta llevar puestas . . . cosas que son recatadas y que no muestren demasiada carne y que no sean demasiado apretadas. Es una batalla que vale la pena, porque creo mucho en . . . no hacer que mis hermanos en Cristo luchen y tengan deseos.»

Los pensamientos profundos de Rebecca no sólo se aplican a las mujeres. Para honrar a Dios, tanto mujeres como hombres deben vestirse de una manera tal que no haga tropezar a los miembros del sexo opuesto.

Pablo escribió, «Considerad . . . muertos . . . la impureza, las pasiones» (Colosenses 3:5). Esto significa que hemos literalmente de eliminar todo lo impuro de nuestras vidas. Si nos vestimos de una manera que hace que los demás tengan pensamientos impuros acerca de nosotros, les hemos fallado a ellos — y a Dios.

La «vestimenta» (v.12) que los demás deben ver es la belleza de Jesús y Su carácter irradiando desde nuestro rostro y nuestras acciones. El recato es parte de ese bello atuendo.  —TF