Si alguna vez estás en Manhattan y quieres conmocionar un poco tu billetera, pasa por Le Parker Meridian, un hotel de clase alta en la Calle 57 Oeste. Si tomas un menú en Norma’s, el restaurante del Meridian, encontrarás un plato de desayuno a un precio de lo más escandaloso: una tortilla de 1,000 dólares. Virginia Marnell, una de las clientes de Norma’s, dijo que la primera vez que notó la adición al menú «pensó que era el conteo de calorías».
La tortilla consta de seis huevos, una langosta y diez onzas (280 gramos) de caviar sevruga, un manjar que cuesta unos 65 dólares la onza. No conozco el tamaño exacto del mejunje final, pero el costo de una sola mordida se dispara a cifras dobles.
Luego de leer esta historia, descubrí que quería ver la dichosa tortilla, incluso quería probarla. Jamás hubiera siquiera imaginado que existiera una tortilla de 1,000 dólares, y con todo lo ridícula que sea la idea de semejante extravagancia a tan alto precio, de repente tuve un antojo. Entiende esto: no me interesa la langosta y la idea del caviar hace que se me revuelva un poco el estómago. Los huevos de pescado simplemente no me atraen. Pero de repente, una tortilla de 1,000 dólares parecía algo que simplemente podría necesitar.
Si bien he sido un fanático de Waffle House(La Casa de los Waffles) por largo tiempo, con sus huevos con grasa y su sémola no cuajada, mi vieja combinación para el desayuno simplemente no parece lo mismo cuando sé que en algún lugar, en algún sitio, hay una tortilla de una calidad inmensamente superior y de un valor muchísimo más alto que el que puedo conseguir en mi cafetería que funciona las 24 horas del día.
Todos codiciamos cosas que no necesitamos, que no queremos en realidad, y que probablemente ni siquiera nos gustarían tanto si las tuviéramos. Pero no las tenemos. Y esa es la oscura fuerza de la codicia y del deseo que vienen mal: obtener algo que no es nuestro, consumir algo sólo porque podemos hacerlo. Es una fuerza destructiva que genera desprecio por aquello que Dios, en su bondad, ha provisto, y claramente va contra su mandamiento (Éxodo 20:17).
Olvídate de la «tortilla». Hay cosas mucho mejores en el menú. —WC