n una cálida mañana de agosto del año 79 d.C., Plinio el Joven vio una montaña en la costa opuesta al otro lado de la bahía desde su hogar en la isla de Misena. Enormes nubes de humo negro manaban de la cima y rápidamente cubrieron el cielo. En poco tiempo, una ciudad con 20.000 habitantes a los pies de monta˜ã quedaría sepultada bajo toneladas de ceniza volcánica. La montaña era el monte Vesubio, un volcán, y la ciudad, Pompeya.
¿Por qué los ciudadanos de Pompeya se sentían seguros mientras vivían bajo la sombra de un volcán activo? Debieron haber pensado que habría tiempo suficiente para huir de la ciudad. Pero nada pudo prepararlos para la enorme explosión que llenó el cielo de nubes negras, de lluvia de ceniza y rocas que caían sobre todos y que asfixió a las personas con gases tóxicos. «Todavía hay tiempo» fue una suposición que costó miles de vidas.
El apóstol Pedro escribió una profecía inspirada acerca del fin del mundo. Lo que dijo eran paralelos asombrosos a lo que le sucedió a Pompeya. «Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad» (2 Pedro 3:10-11).
El razonamiento de Pedro es simple. Debido a que Dios destruirá el universo tal y como lo conocemos con un calor abrasador, esta realidad futura debe afectar la manera en que vivimos ahora. Algún día, el mundo que ahora habitamos tendrá de alguna manera que abrirle paso a un nuevo cielo y a una nueva tierra (v.13).
Metafóricamente hablando, toda la raza humana se encuentra en las laderas del juicio seguro de un Dios justo (Romanos 2:5-6). Pero hay Alguien que puede librarnos de la ira venidera (Juan 3:16- 17). Él proveerá de un nuevo modo de existencia en un nuevo cielo y una nueva tierra (Apocalipsis 21:1-5).
¿Tienes amigos que necesitan saber de Jesús? Háblales mientras todavía hay tiempo. —DF