Los estadounidenses recuerdan el 11 de setiembre de 2001 como el día en que les pareció que la vida, tal y como la conocían, llegaba a su fin. Dori lo recuerda como el día en que le pareció que su vida en los Estados Unidos ni siquiera llegaría a comenzar.
Luego que estallara la guerra civil en Albania en 1997, la abuela de Dori trató urgentemente de sacar a su bella y joven nieta del país. Los rebeldes estaban invadiendo las ciudades, raptaban a las muchachas y las vendían para que fueran prostitutas. Dori era particularmente vulnerable porque su padre no podía protegerla.
Cada año, la abuela les rogaba a las damas que venían de visita de alguna iglesia de los Estados Unidos que se llevaran a Dori con ellas. Una de estas mujeres tomó en serio la petición de la abuela y la llevó a su clase de escuela dominical como motivo de oración.
Una pareja en la clase sintió el llamado de Dios para que se convirtieran en los padres que acogieran a Dori.
Luego de escuchar la buena noticia, Dori, de 16 años, corrió para obtener una visa, lo cual significaba hacer siete viajes sola en autobús a la ciudad capital, a ocho horas de distancia.
Entonces llegó el 11 de setiembre. «Todos perdieron la esperanza» —dice Dori. Incluso la abuela dijo. «No hay escapatoria. Estás varada aquí.»
Pero Dori se negó a decepcionarse. Su decisión fue «perseveraré». Y lo hizo. Tres veces hizo su maleta. Tres veces se despidió con lágrimas de su abuela. Tres veces hizo el largo viaje a Tirana esperando que se le otorgara una visa.
Un día, a finales de septiembre, recibió la buena noticia por la que había estado orando. En cuestión de unos cuantos días, Dori se encontraba en un avión rumbo a Italia, y luego a Chicago, y llegó a los Estados Unidos el 3 de octubre de 2001.
Es difícil mantener la esperanza cuando las circunstancias se ven como si nunca fueran a mejorar. Pero Dios puede revertir en un instante situaciones aparentemente imposibles. Lo hizo para los antiguos israelitas cuando la hambruna amenazaba con destruirlos (2 Reyes 7:18). Lo hizo para Dori cuando las visas eran casi imposibles de conseguir. Y lo puede hacer para ti. —JAL