¿Qué tal un rápido repasode gramática? (Escucho ese gruñido.) Una oración se compone normalmente de dos partes: el sujeto y el predicado. Básicamente, el sujeto es lo principal; el predicado relata algo acerca del sujeto, lo que es o lo que hace. Ahora, imagina que estuvieras limitado a comunicarte sólo con predicados. Las oraciones sonarían a algo parecido a esto:

. . . pintó algunos de los grandes retratos del mundo..
. . . es bello.
. . . lanzó la piedra 50 metros.

Es como si te hubiesen dado los finales sin los comienzos, o como si supieses los efectos sin conocer sus causas. Por medio de lo que sabes, al menos serías capaz de desarrollar pistas acerca de lo que no sabes. Eso se parece mucho a nuestra existencia humana.

Nicolai Berdyaev, un filósofo ortodoxo, destacó esto en referencia a las teorías acerca de la existencia humana propuestas por los evolucionistas. Él creía que cometieron un error fundamental al asumir que no hay nada más allá del mundo material. Esto los obligaba a desarrollar teorías acerca del origen de la vida como si  existiera otra cosa que no fuera el efecto. En otras palabras, asumían que los predicados conformaban toda la realidad. Ignoraban lo que es obvio: los predicados carecen de significado sin los sujetos.

El pensamiento de ellos se desarrollaba en parte debido a que la gente en realidad sí tiene que vivir en el mundo de los «predicados». Aunque ese sea el caso, debemos saber por instinto que tiene que haber un «Sujeto» que le da significado a todo lo que experimentamos. El apóstol Pablo lo expresó de esta manera:

«Porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de [las personas], pues Dios se lo hizo evidente» (Romanos 1:19).
Al estudio de Dios —la teología— se le solía llamar la «reina de las ciencias» porque incluía ambos aspectos de la realidad: el Sujeto y su predicado (sus objetos y complementos). Los creyentes en Jesús saben que la Biblia llena muchos de los espacios en blanco acerca del Sujeto divino. Él es la fuente de todo, dándonos la verdad que le da sentido a la vida y al vivir.  —DO