Algunos lo llamarían algo grotesco. Y puede que esté bordeando en una versión legal de la profanación de tumbas. Pero cuando un amigo me llevó a ver la exhibición de «Los mundos corporales» del profesor Gunter von Hagens en Singapur, las emociones que se suscitaron en mí no fueron de repugnancia ni de asco, sino más bien de asombro y alabanza al Creador.

«Los mundos corporales» es una muestra notable del cuerpo humano que hace uso de verdaderos cuerpos humanos. A través de un proceso llamado plastinación, von Hagens ha conservado cadáveres donados a la ciencia médica para que podamos ver diversos sistemas de anatomía. Es como estar viendo las ilustraciones en un libro de texto.

Una descripción detallada de la muestra podría arruinar tu desayuno, así que baste con decir que las interpretaciones artísticas del profesor nos ofrecen un vistazo del diseño, detalle y arte intrincados de la creación original de Dios. Por ejemplo, las muestras de la exposición que destacan nuestro sistema circulatorio revelan una red vasta, y al mismo tiempo delicada, que trae nutrientes vivificadores y oxígeno al cuerpo.

Al mirar muestra tras muestra de la exposición seguía pensando en el Salmo 139. «Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras» (v.14). Cuando David escribió este salmo tan conocido, no sólo estaba él impresionado con la creación de Dios, sino atónito de que este Creador expresara un vivo interés en él de una manera personal. La respuesta de David fue pedirle a Dios que escudriñara su vida y lo guiara en todo lo que hiciera. «Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno» (vv.23-24).

Toda la creación proclama a gritos la existencia y la realidad del Creador. Él solo da y sostiene la vida. Somos las joyas de la corona de su creación formadas a su propia imagen (Génesis 1:26-27).

Al igual que David, ¡alabémosle por su amor personal y su asombrosa creatividad!  —TG