¿Con quién andas? Esa es una pregunta realmente importante. Si tus amigos te motivan a un compromiso espiritual más profundo y a realizar acciones como las de Jesús, eso es bueno. Si te derriban, eso es malo.

David, siendo el rey de Israel, sabía que rodearse de las personas correctas era de importancia crucial. Podría ser que el Salmo 101 fuera su promesa antes de convertirse en rey, o podrían ser sus instrucciones a su hijo Salomón antes de que éste se convirtiera en rey. En cualquiera de los casos, se trata de un gran consejo.

Tal vez no podamos escapar completamente de las cosas negativas de las personas. Al carecer de la autoridad de David como rey, no podemos desterrarlas de nuestra presencia. Pero podemos limitar su influencia sobre nosotros.

Podrías argumentar que no tenemos otra opción más que pasar tiempo rodeados de personas «que se desvían» (v.3) que tienen un «corazón perverso» (v.4) y «ojos altaneros» (v.5). ¿De qué otra manera podemos alcanzarlos con el evangelio?

¡Ten cuidado! Algunas veces, en nuestro entusiasmo, perdemos la cuenta de quién está evangelizando a quién. En vez de llevar a nuestros amigos hacia una nueva vida en Jesús, ellos nos llevan de vuelta a nuestra vida vieja.

También debes reconocer que David se impuso algunas altas expectativas. Asumió la responsabilidad de vivir una vida irreprochable. Prometió no ver nada vil (v.3). Piensa en eso la próxima vez que enciendas el televisor o veas alguna película.

El punto principal es que las expectativas más elevadas de David fueron primero para él mismo, y luego para las personas que lo rodeaban. David desafió a sus amigos y colegas a tener una fe viva y activa. Tiene sentido que sólo permanecieran con él aquellos que estaban a la altura de ese desafío. Fueron una gran compañía.

Tal vez debas hacer un juramento de cargo, no para guiar un país o un reino, sino para gobernar tu vida según los principios de Dios. Por supuesto, tu primer acto debe ser en lo concerniente a tus propias acciones. Pero no te olvides de elegir sabiamente a tu «gabinete» de asesores de confianza.  —JC