Puede que hayas oído esto de alguien que afirma ser un ateo: «No puedo creer en Dios porque veo mucha maldad en el mundo.» Los teístas han respondido con la declaración: «No opuedo evitar creer en Dios porque veo mucha bondad en el mundo.» George MacDonald hizo esa observación con un pregunta: «Aquel que no cree en el buen hombre a quien ha visto, ¿cómo podrá creer en el Dios a quien no ha visto?»
Una reciente serie del canal de TV Discovery, Walking With Cavemen[Caminata con los hombres de las cavernas], mostró a los llamados humanos primitivos como criaturas realmente repugnantes, que gruñían y luchaban por alguna presa, como babuinos, con la sangre chorreándoles por los dedos. La serie concluyó diciendo que todos los actos humanos de bondad, compasión y abnegación no son sino desarrollos evolutivos, en donde, a través de la ley de «uñas y dientes», adoptamos un comportamiento que nos permite vivir en tribus cooperativas a fin de sobrevivir. Y es de esperarse si experimentamos algún retroceso de vez en cuando. Este pensamiento llevó a algunos teóricos contemporáneos de la evolución a concluir que la violación no es nada más que humanos machos actuando «de manera natural». Así que, ¿por qué alterarnos al respecto?
Pablo, el apóstol de Dios, señaló que los seres humanos «naturales» tienen la bondad y el comportamiento socialmente benéfico «escritos en sus corazones». Instintivamente sabemos lo que es el bien y el mal; así que Dios está justificado de juzgar a todo ser humano, desde Adán hasta ahora, por comportamiento cruel y egocéntrico.
Los primeros seres humanos fueron perfectos en cuanto a su comprensión original de lo que significaba ser bueno. Y en la Biblia se nos pide que nos esforcemos por recuperar esa perfección original según Jesús lo demostró.
Esa es la razón por la que Pablo dijo a la iglesia en Éfeso: «Porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), examinando qué es lo que agrada al Señor. Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas» (Efesios 5:8-11).
¿Estás viviendo en la luz? —DO