Para muchos, no es la muerte lo que es tan aterrador. Es el morir lo que los asusta. Joseph Bayly escribió: «La muerte siempre espera. La puerta de la carroza fúnebre nunca está cerrada.» Francis Bacon dijo: «No creo que nadie tema estar muerto, sino el ataque de la muerte.» Woody Allen dijo: «No tengo miedo a morir. Es sólo que no quiero estar allí cuando suceda.»
Cuando Pablo enfrentó el encarcelamiento y la perspectiva de morir en un calabozo de la cárcel, compartió su visión acerca de la vida y la muerte en una carta a los creyentes de Filipos: «Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21).
¡Qué perspectiva tan diferente acerca de la muerte! Pablo se saltó de largo la parte de morir a su previsión del futuro: cuando estaría con Jesús.
La mayoría de nosotros no vemos la muerte como ganancia; pensamos que es lo contrario. Decimos: «Mi vecino perdió a su hija hace cuatro años.» «Mi amiga perdió la vida en un incendio de automóvil.» «El presidente Reagan perdió la batalla contra la enfermedad de Alzheimer.»
La muerte es un enemigo (1 Corintios 15), pero no posee el carácter definitivo al que tantos le tienen pavor. Hay algo que nos está esperando como seguidores de Jesús más allá de esta algo mejor.
Alguien dijo una vez: «Lo que el gusano considera que es el fin de la vida, es lo que la mariposa considera que es tan sólo el comienzo.» George MacDonald escribió: «¡Qué extraño es este temor a la muerte! Nunca nos atemoriza una puesta de sol.» Sir Walter Scout preguntó: «¿Es la muerte el paso final? No, es el despertar final.»
En la versión La Biblia en lenguaje sencillose parafrasea Filipenses 1:21 de la siguiente manera: «Si vivo, quiero hacerlo para servir a Cristo, pero si muero, salgo ganando.» Aquí en la tierra tenemos a Jesús viviendo en nosotros. En el cielo estaremos en su presencia. Nuestro temor, nuestra aprehensión, nuestra renuencia a dejar esta vida cambiarán cuando veamos a Jesús cara a cara.
¡Eso es el «mejor aún» del que Pablo estaba hablando! —CK