Aunque no lo creas, Moby Dick no fue un exitazo cuando se publicó por primera vez en 1851. La ahora clásica obra de la literatura estadounidense y su ballena blanca fueron un estrepitoso fracaso. Pero eso no desalentó al autor de escribir. Herman Melville siguió escribiendo novelas, historias cortas y poesía hasta su muerte. Y la búsqueda oceánica del capitán Acab para vengarse se convirtió en lectura obligada para muchos estudiantes.
Melville no permitió que el fracaso le impidiera mantener su pasión por la escritura. Y el aparente fracaso de Dios no impidió a Moisés seguir confiando en Él.
¿Un fracasode Dios? No, Dios no fracasó. Pero puede que se haya visto así cuando, después de varias plagas horribles, el faraón todavía no había dejado que el pueblo de Dios se fuera… tal y como Dios había dicho a Moisés que lo haría (Éxodo 6:1). Desde la segunda hasta la décima plaga, todas llegaron justo a tiempo a medida que Dios mostraba su imponente poder. A Moisés le correspondía confiar en Él y obedecerlo, aun cuando toda la operación de rescate pareciera un gran y estrepitoso fracaso.
Algunas veces parece que Dios se hubiera olvidado de nosotros, o que nos está llevando por el camino equivocado. Aun cuando estamos confiando en Él y le estamos pidiendo que nos guíe, tenemos fracasos. Tenemos decepciones. Y algunas veces nuestros esfuerzos por hacer lo correcto se estrellan a nuestro alrededor. ¿Significa eso que Dios ha fracasado? Escucha lo que dijo Moisés luego de que su pueblo fuera rescatado de Egipto y guiado a salvo a través del mar Rojo:
Mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR, y ha sido para mí salvación; éste es mi Dios, y le glorificaré, . . . . En tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido; con tu poder los has guiado a tu santa morada (Éxodo 15:2,13).
Sigue el camino. Sigue confiando. Sigue obedeciendo. Dios sigue guiando. Puede que no parezca estar dando resultado, pero no te rindas. Los fracasos estrepitosos no necesariamente son fracasos. —TC