Mi familia y yo vivimos en un apartamento, así que, nuestro «jardín» consta de lo que podemos plantar en macetas para interiores. Durante mucho tiempo, las plantas no florecían, aunque las regábamos y les poníamos fertilizantes. Más tarde, descubrimos que, si queríamos que florecieran, teníamos que rastrillar la tierra y darla vuelta. Ahora, con sus hojas robustas y las flores abiertas, da sumo placer ver nuestras plantas.
A veces, nosotros necesitamos ser rastrillados y dados vuelta, para que nuestra vida florezca. Escribiéndoles a los creyentes perseguidos de su época, Pedro dijo: «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos…» (1 Pedro 4:12-13).
Como la tierra de nuestras plantas en las macetas, a estos creyentes les estaban «dando vuelta» la vida. El propósito de Dios al hacerlo era permitir que la fe de ellos produjera alabanza y gloria para Él en la revelación de Jesucristo (1:7).
El Señor quiere remover las cosas que ahogan nuestra vida y que nos impiden irradiar gozo. Para hacerlo, a veces tiene que dejar que padezcamos angustias y dificultades; pruebas que ayudan a sacudir la tierra de nuestras vidas. Si hoy estás experimentando algo así, regocíjate. Sométete al toque de Su mano, y adquiere un gozo y una productividad como nunca imaginaste que pudieran existir.