Desde afuera, gritos de alegría se filtraban en nuestra casa, y yo quise saber qué era el acontecimiento tan extraordinario que los originaba. Miré a través de las cortinas y vi dos muchachitos que se tiraban agua en medio de un torrente que brotaba de un caño hidrante para apagar incendios.
El chorro me hizo pensar en las bendiciones abundantes que Dios derrama sobre Sus hijos y en lo importante que es reconocer que «… el Señor; cada día nos colma de beneficios» (Salmo 68:19).
Aunque sé que Él me ha provisto de innumerables cosas buenas, cuando se le rompe una junta al auto, cuando la gripe ataca a mi familia y cuando las relaciones interpersonales amenazan con complicarse, la insatisfacción perturba mi perspectiva de las bendiciones del Señor… ¡se parecen más a gotas esporádicas que salen de un grifo que a una inundación que brota de un caño hidrante!
Quizá por esta razón, en el Salmo 103, David nos recuerda: «… no olvides ninguno de sus beneficios» (v. 2). Y después, para ayudarnos, enumera un torrente de bendiciones para los creyentes. Nos trae a la mente que Dios perdona todas nuestras iniquidades, que sana todas nuestras dolencias, que rescata del hoyo nuestra vida, que nos corona de favores y misericordias, y que sacia de bien nuestra boca (vv. 3-5).
Dediquemos hoy un tiempo para reconocer la abundante provisión divina en vez de pasar por alto Su chorro de bendiciones.