Un periódico importante de los Estados Unidos denominó a Christopher Parkening: «el guitarrista más virtuoso de nuestros días, ya que combina un profundo discernimiento musical con un completo dominio técnico de su instrumento». Sin embargo, hubo una época cuando Parkening dejó de tocar la guitarra profesionalmente. En el clímax de su carrera como guitarrista clásico, a los 30 años, se retiró, compró un rancho en Montana y pasaba los días pescando con mosca. No obstante, este retiro temprano no le brindó la satisfacción que anhelaba.
Más tarde, mientras visitaba California, lo invitaron a una iglesia, donde oyó una clara presentación del evangelio. Respecto a eso, escribió: «Esa noche me acosté y no pude dormir, quebrantado por mis pecados […]. Había vivido de una manera muy egoísta y eso no me había hecho feliz […]. Fue entonces cuando le pedí a Jesucristo que entrara en mi vida, para que fuera mi Salvador y Señor. Por primera vez en la vida, recuerdo haberle dicho: “Señor, lo que quieras que haga con mi vida, eso haré”».
Uno de los versículos bíblicos favoritos de Parkening es 1 Corintios 10:31: «Si, pues, […] hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Él ha vuelto a tocar la guitarra, pero ahora motivado por el deseo de glorificar al Señor.
A cada uno de nosotros se nos han concedido talentos y, cuando los usamos para la gloria de Dios, nos brindan gozo y satisfacción.