Imagínate que eres un agente de aduanas que trabaja en el Aeropuerto Internacional de Ottawa en Canadá. Mientras le haces las preguntas usuales a un hombre que pretende ingresar al país, de repente escuchas un ruido, un sonido extraño y apagado que viene del maletín del hombre. Entonces, le pides al sujeto que abra inmediatamente su maletín, y entre otros materiales ves un pico. Y ahora ves alas… y plumas… ¡y garras!
De hecho, la historia del ave sucedió hace poco. El amigo Emplumado era un guacamayo. Lo que es más, sucedió que se trataba de una clase de guacamayo que se encuentra en la lista de especies en peligro de extinción. ¡Nada bueno!
No hace falta decir que el contrabandista de aves se metió en Un gran lío y su amigo graznador fue confiscado, todo porque la criatura dio a conocer su presencia en un momento inoportuno (¡para el contrabandista!).
No sé en qué estaba pensando el hombre que cargaba con el ave cuando intentó su desventurada misión en el Canadá. Pero sé que ha habido momentos en que se me ha descubierto, cuando algún pecado mío comenzó a «graznar».
En Proverbios 10 leemos acerca del hombre que elige caminar en integridad. No tiene nada que temer. Este hombre camina seguro porque está siguiendo las directivas de Dios (v.9) y por lo tanto, es bendecido (vv.6-7).
Luego, Salomón describió al hombre que trata de ocultar su pecado y va por sendas torcidas. Al final se meterá en problemas. Caerá. Será descubierto.
Veamos otros proverbios que tratan este asunto:
• La integridad de los rectos los guiará, mas la perversidad de los pérfidos los destruirá (11:3).
• La justicia guarda al íntegro en su camino, mas la maldad trastorna al pecador (13:6).
¿Estás tratando de ocultar tu pecado o estás caminando en integridad con Dios? Él te ama y quiere que evites el camino doloroso de la persona que trata de ocultar sus malos caminos. Antes de que tu pecado comience a hacer un ruido fuerte, llévalo delante de Dios en arrepentimiento. —TF