¿Qué pasa con eso de la «adolescencia extendida»? La escritora Laura Vanderkam trató este asunto en una columna reciente declarando lo siguiente: «En años pasados, a los veinteañeros se les consideraba listos para trabajar, casarse y procrear. Ahora hemos extendido la adolescencia cinco o diez años.»

Si bien es sabio esperar hasta que se es maduro y se esté listo para algo tan importante como el matrimonio, Vanderkam tiene razón. ¿Por qué tantos jóvenes adultos miran con renuencia el hacer compromisos para toda la vida?

Muchos padres ahora llaman para quejarse ante los maestros de sus hijos por las calificaciones de éstos… por las calificaciones universitarias de éstos. El correo electrónico y los teléfonos celulares permiten a los padres mantener a sus «jóvenes aún atados al nido» —escribe Laura.

Algunos lo llaman «sobrevolar». Otros lo llaman «revolotear». Yo llamo a este problema de crianza un síntoma de una sociedad niño-céntrica. Los padres necesitan conseguirse una vida. Su adoración a la juventud es mala para sus hijos y para ellos mismos. Ninguno de ellos está viviendo según los roles que Dios diseñó.

El apóstol Pablo imploró a los creyentes de la iglesia en Éfeso que crecieran en su fe. Sin embargo, en vez de estar «revoloteando» dio a la congregación a su cargo un mensaje centrado en lo que tenían que hacer para buscar la madurez.

Resumiéndolo: ¡Que crecieran en Jesús! «Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor» (Efesios 4:2), escribió Pablo. Estos elementos forman parte de lo que significa «hasta que todos lleguemos… a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (v.13). Si no buscamos la madurez en nuestra fe seremos lanzados de un lado a otro y permaneceremos siendo niños en cuerpos de adultos (v.14; 1 Corintios 13:11).

Es tiempo de tomar nuestra fe y nuestro lugar en serio. Por fe debemos «[crecer] en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo» (Efesios 4:15). Nuestro lugar es usar nuestros dones espirituales (vv.11-12) para que los demás sean «edificados»; para que crezcan.

No le tengas miedo a la madurez en Jesús. ¡Es tiempo de que te consigas una vida!  —TF