Los grupos de apoyo parecen haber cobrado popularidad como medio de ayudar a las personas a encontrar consuelo y sanidad en momentos de sufrimiento. Ya sea que se trate de un grupo de apoyo para personas que lloran la muerte de sus cónyuges, para padres de niños con cáncer, o para aquellos que luchan contra adicciones, son innumerables las personas que se han beneficiado de grupos como estos. La creencia detrás de esto es que las personas que tienen luchas en común dan apoyo emocional y esperanza.
Los defensores de los grupos de apoyo han descubierto lo que los creyentes en Jesús han sabido por años: conectar con otros que están pasando por circunstancias similares promueve sanidad espiritual y emocional, e incluso puede contribuir al bienestar físico de una persona.
El sufrimiento es un viaje solitario. Pero no deberíamos suf solos. ¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: «El Señor es todo lo que necesito» cuando está pasando por algún momento difícil? Si bien esto es cierto, por supuesto, que necesita al Señor, también es evidente que Dios usa a las personas para ayudar a aliviar los dolores de la vida. No vivimos en un vacío. Los amigos y los familiares importan muchísimo, especialmente cuando ellos también han sufrido y pueden identificarse con nuestro dolor y ofrecer esperanza.
Tenemos que hablar con creyentes en Jesús como nosotros que sean de confianza, que puedan escucharnos con paciencia cuando luchamos con nuestras dudas y nuestras intensas emociones. A través de su amor, ellos nos recuerdan el amor y la fidelidad de Dios.
Luego de haber sufrido alguna pérdida devastadora, tendrás algunas cosas significativas que darles a los demás (2 Corintios 1:3- 4): tu oído presto a escuchar, tu corazón compasivo y palabras de verdad. Estas cosas pueden ayudar a los demás a empezar a recorrer el camino de la sanidad, en vez de caer en la trampa de la desesperación. El dolor que has soportado crea una oportunidad de dar a Jesús algo a cambio por el consuelo lleno de gracia y misericordia que Él te dio.
Es fácil para nosotros cuestionar a Dios durante nuestros momentos de sufrimiento. Incluso podemos vernos tentados a caer en una sensación de desesperanza y desesperación. Pero tenemos acceso al verdadero Consolador. Los beneficios son tremendos: un consuelo interior profundo, un mayor agradecimiento a Dios y conexiones más profundas con los demás. —AS