Debido a que mi trabajo requiere que haga viajes a Israel con regularidad, a menudo las personas me preguntan: «¿Te sientes seguro con todo lo que está pasando allí?» Mi respuesta normal es que nunca he viajado a ningún país adonde la seguridad sea una prioridad tan alta. Si mi seguridad dependiera de paredes, vallas, controles militares, detectores de metales y hombres y mujeres armados, no podría sentirme más seguro. ¡Incluso las anfitrionas en los restaurantes llevan pistolas en estuches sujetas a sus cinturones!
La ironía de este énfasis en las armas en Israel por razones de seguridad es que se yergue en marcada oposición a las mismas Escrituras en las que la nación fundamenta su derecho a la tierra: el Antiguo Testamento de la Biblia. De hecho, el emblema nacional del Estado de Israel es una menorah(candelabro) de oro flanqueada por dos ramas de olivo que representan a Zacarías 4:6. Este versículo dice que la fuerza y la seguridad de Israel vienen del Espíritu Santo, no del esfuerzo humano.
La gran figura simbolizada en el emblema es que Israel ha de ser una luz a las naciones por medio de su dependencia de Dios para su seguridad y provisión, no por medio de su poder militar. De eso trataba todo el concepto de la Tierra Prometida: le pertenecía al pueblo por la bondad y el poder de Dios, no del pueblo.
La antigua Israel había de demostrar al resto del mundo cómo es depender del Señor. Pero esta verdad no se aplica sólo a Israel. Es lo mismo para ti y para mí.
Podemos ser engañados fácilmente y pensar que nuestra seguridad depende mayormente de nuestra propia inteligencia y fortaleza: ¡un poquito de Dios y muchas armas! El pueblo de Israel había de exhibir el poder de Dios a través de su vulnerabilidad, unida a la total dependencia de El.
Tenemos que entender eso mismo. —DO