El universo tiene un bravucón. La Vía Láctea le está sacando el jugo a su vecino —Sagitario—, y no muestra misericordia alguna. Nuestra galaxia es diminuta en comparación con su presa, pero Sagitario no tiene defensa. Los científicos dicen que ésta lo está estirando, destrozando, y que un día, Sagitario desaparecerá.
No estoy seguro de cómo funciona eso, pero entiendo un poquito de los bravucones. Son malos, implacables, y les encanta derribar a cualquiera que se ponga en su camino.
Pablo y Silas tuvieron un roce con algunos de esos tipos «rudos». Pablo y Silas estaban guiando a las personas a Jesús y algunos judíos se pusieron celosos. La situación estaba al punto de convertirse en un problema. Los judíos «llevaron algunos hombres malvados de la plaza pública» (Hechos 17:5) y comenzaron un disturbio en las calles, sin salpicarles pimienta para que se calmaran.
¿Sabían estos «hombres malvados» quiénes eran Pablo y Silas? ¿Sabían siquiera lo que los dos forasteros estaban enseñando? ¿O sólo estaban listos para pelear?
Es fácil verse envuelto en una multitud emocional. Sólo hay que mirar a los fanáticos del fútbol americano que echan abajo los palos de las porterías. O los incendios y los automóviles volcados después que el equipo local gana (o pierde) un campeonato. Algunas de esas personas probablemente llegarán a su casa y se preguntarán: ¿En qué rayos estaba pensando?
Nadie gana en estas situaciones fuera de control. Pueden haber graves consecuencias, como la cárcel o la pérdida de privilegios. Personas inocentes resultan heridas, física y emocionalmente. ¿Cómo respondieron Pablo y Silas a los bravucones que estaban causando el disturbio? No añadieron leña al fuego respondiendo al ataque. Se fueron a Berea, adonde muchas personas se hicieron seguidoras de Jesús gracias al mensaje de ellos (vv. 10-12).
Si tienes reputación de ser un polvorín, o parece que siempre estás cerca cuando hay una pelea, pídele a Jesús que te ayude a controlar tus emociones y que canalice esa energía a cos productivas. Si encuentras que hay bravucones que te están estirando y destrozando, haz lo que demanda la mayor valentía: ora por ellos (Mateo 5:43-44). Es una gran defensa contra lo que te está consumiendo. —TC