Hay una nueva manía para los clientes aburridos de los bares: las competencias de mirar. Sí, ¡lo que hacías cuando eras niño en la primaria ha vuelto!

Las reglas básicas son ya conocidas: dos personas se miran a los ojos hasta que una de ellas se desconecta, mira para otro lado, habla o sonríe. Un participante de una de estas competencias describió el llegar a los dos minutos de ésta como la «fase de la muerte del ojo seco». (La Academia Americana de Oftalmología no recomienda las competencias de mirar).
Algunas competencias duran más de un cuarto de hora. Eso suena no sólo como algo doloroso, sino en realidad, pues… aburrido
Es fácil burlarse de las personas que participan en las competencias de mirar (sólo que no les metas el dedo en el ojo). Sin embargo, es difícil vernos a nosotros mismo «a los ojos» y preguntarnos qué vamos a hacer con nuestro aburrimiento.

El tiempo de ociosidad puede contribuir a tomar algunas malas decisiones. Si estás solo, puede ser un momento en que la tentación atesta su golpe más fuerte.
De manera similar, si estamos en un grupo y no hay «nada qué hacer», las elecciones para intentar curar el problema del aburrimiento pueden ser malas. Es muy fácil salir corriendo y elegir ver una película sucia o involucrarse en una actividad que no es buena para nuestra salud espiritual. En vez de ello, cuando el aburrimiento te ataque, recuerda las siguientes realidades que son verdaderamente emocionantes:

Eres muy valioso para Dios:eres «obra de Dios», literalmente, su obra de arte.
Has sido creado para hacer buenas obras:Dios ha preparado de antemano las cosas asombrosas que quiere que hagas.

Captar estas verdades acerca de nuestra relación con Dios nos puede ayudar a derrotar el aburrimiento. Reconocemos que así como somos valiosos para Dios, tenemos muy poco tiempo valioso en esta tierra para servirle. La motivación reemplaza al estancamiento cuando buscamos ser usados por Él para tocar la vida de los demás de maneras positivas.

Asimismo, comenzaremos a eliminar aquellas actividades insatisfactorias e impías de las que conocemos como «buenas obras» a los ojos de Jesús. ¿Y qué de mirar? ¡Pon tus ojos en Jesús! —TF